Pareja agraciada con el premio que la Asociación sortea entre los socios participantes.
Los agraciados fueron: Valentina y Antonio
ENHORABUENA
Sin embargo, la educación de los niños y adolescentes debe realizarse desde la corresponsabilidad entre la familia y la escuela. La escuela no puede, ni debe sustituir a la familia en la tarea de educar a los niños y adolescentes. En la función educadora, la escuela juega un papel complementario al de la familia.
¿Qué podemos hacer para ayudar a nuestros hijos en los estudios?
Crear unas condiciones ambientales favorables al estudio: valores como el esfuerzo y la autonomía, unas condiciones físicas adecuadas en el lugar de estudio, etc.
Los padres tienen que dar ejemplo a sus hijos, porque educar es seducir con el ejemplo: la preocupación de los padres por la lectura y el afán de saber son estimulantes para el estudio de sus hijos.
Se debe producir una estrecha colaboración con el tutor y los profesores de su hijo, partiendo de la base que los padres y los profesores son aliados mutuos en la tarea educativa. Esta comunicación padres-maestros debe ser sincera y sin prejuicios.
Los padres deben orientar a sus hijos en determinadas técnicas de estudio, siendo la lectura el principal instrumento. Asimismo, los hijos deben organizar correctamente el tiempo (horario de estudio y planificación), saber subrayar un texto, hacer esquemas y conocer los pasos a seguir para estudiar un tema.
Además, se relacionaron las habilidades prácticas de la inteligencia emocional y su influencia en el éxito académico (autoconciencia, control emocional, automotivación, empatía y habilidades sociales).
Se señalaron también los defectos más frecuentes en el estudio: no descansar por la noche (uso de estimulantes y excitantes), exceso de memorismo, no planificar las tareas y estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad para expresarse oralmente y por escrito, vocabulario pobre, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, etc.
Los padres deben animar a sus hijos en el estudio, ayudarlos o procurar ayudas externas cuando sean necesarias, intentando que éstas no sean permanentes. Deben realizar un seguimiento de su trabajo escolar en casa y en el centro educativo.
En los casos en los que no cumplan su horario de estudio o no aprovechen el tiempo, los padres deberán hablar con su hijo, sin perder el control, sin gritarles, pero en un tono firme. Se les deberá comunicar mensajes claros e inequívocos, sin ambigüedades, manteniendo el contacto visual. De no cambiar en su actitud, los padres deberán ejerce su autoridad y retirarles privilegios cuanto antes. Esta medida deberá ser cumplible y variada.